Oreo y su incertidumbre en México

La presencia de Oreo en los estantes de supermercados y tiendas mexicanas podría estar en peligro. En las últimas semanas, numerosos consumidores han reportado la ausencia progresiva del icónico producto en tiendas, supermercados y cadenas de autoservicio a nivel nacional. Esta escasez ha encendido las alarmas en redes sociales, donde abundan mensajes que expresan preocupación, sorpresa y especulación sobre una posible retirada definitiva de la marca del país. La incertidumbre crece cada día, alimentada por el silencio de la empresa responsable.

Mondelēz México, encargada de la producción y distribución de Oreo en México, no ha emitido ningún pronunciamiento oficial que aclare la situación. Este silencio ha dado paso a múltiples teorías desde problemas logísticos hasta una salida motivada por el entorno regulatorio, cada vez más estricto. Uno de los elementos clave en este contexto es la normativa de etiquetado frontal, vigente en México desde 2020, que obliga a colocar advertencias visibles en productos altos en azúcares, grasas, sodio y calorías. Oreo, al portar varios de estos sellos, podría estar enfrentando un rechazo creciente en un mercado más consciente de la salud y la nutrición.

Expertos del sector coinciden en que Mondelēz estaría reevaluando su estrategia comercial ante una transformación profunda en los hábitos de consumo. La tendencia hacia alimentos naturales y menos procesados está ganando terreno entre los mexicanos, desplazando productos como Oreo, cuya fórmula incluye aceite de palma refinado, emulsificantes y saborizantes artificiales. Organizaciones internacionales como el Environmental Working Group (EWG) han advertido sobre los posibles efectos negativos de estos ingredientes si se consumen frecuentemente. Este debate se ha colado con fuerza en México, donde la relación entre salud pública y alimentación ultraprocesada ocupa un lugar central en las políticas actuales.

Más allá de lo nutricional, el posible retiro de Oreo impacta emocionalmente a muchos consumidores que crecieron con el sabor y ritual de esta galleta. Las redes sociales reflejan una mezcla de nostalgia y crítica que mientras unos lamentan lo que sería el fin de una era, otros lo celebran como una victoria de la alimentación saludable.

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